Inés Ballesteros - Psicóloga en Tenerife

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Creamos una armadura para defendernos del mundo y se convierte en un muro que nos aleja de él.

La Coraza Emocional.

Desde que nacemos nuestro proceso de crecimiento está lleno de retos que sortear, somos inmensamente vulnerables cuando llegamos a este mundo y sobre todo dependientes. No disponemos de las herramientas para garantizar nuestra supervivencia y eso nos hace depender de los demás para cubrir nuestras necesidades.

Por necesidades entendemos comer, dormir, etc., sin embargo igualmente importante es que queden cubiertas nuestras necesidades emocionales: amor, afecto, incondicionalidad, etc.

En los primeros años de nuestra vida nos comunicamos para pedir lo que necesitamos, el acto de pedir es en sí mismo sano, queda esperar la respuesta acorde para no reprimir en adelante la petición de ayuda. Sin embargo el cómo sea respondida nuestra demanda empezará a marcar nuestro carácter, nuestra manera de relacionarnos con el mundo.

Si ante el llanto por una necesidad (hambre, sed, miedo, etc.) encontramos el silencio, el enfado, el castigo por respuesta será entendible que empecemos a dejar de hacerlo, que callemos nuestras necesidades, que castremos nuestras demandas, no por no necesitarlas sino porque el daño por cubrirlas,  es aún mayor que la carencia de la necesidad no cubierta.

Construyendo la Coraza.

A nadie nos gusta sufrir, sentir dolor, por lo que poco a poco vamos construyendo en base a unos mecanismos una coraza que nos proteja de un daño que no depende de nosotros/as, que viene de fuera.

El temor a ser aniquilados o dañados  hace que conformemos nuestro carácter de tal manera que nos garantice la supervivencia,  el bienestar, y ponemos en práctica para ello las herramientas que tenemos a nuestro alcance: la retirada, el silencio, la negación de la necesidad, el sentimiento de autosuficiencia, etc. De esta manera buscamos garantizarnos nuestro desarrollo en el mundo, sin embargo no nos damos cuenta del daño que nos causamos al vivir llenos de renuncias, de exigencias, de sacrificios…coraza

La coraza, es una armadura que nos sirve para defendernos de los ataques, de los golpes, nos muestra fuertes, duros, seguros, pero ¿cuanto pesa la coraza?, ¿cuanto nos aleja del contacto con innumerables cosas positivas?. Si imaginamos que nos vestimos una armadura medieval y que intentamos con ella, correr, abrazar, acariciar…será más fácil entender a que nos lleva vestirnos cada día con los mecanismos de defensa.

Cuando sentimos ansiedad, o estados depresivos muchas veces la relación entre estos y la coraza es directa. negarnos cosas, llevar el cuerpo al límite, renunciar a quienes queremos ser y ser como quieren los demás que seamos, luchar contra nuestras emociones, genera una lucha interna que se traduce en ansiedad, angustia y depresión.

Un Caso real: La Coraza de Superman.

En mi consulta de psicóloga son muchas las personas que llegan a estados de agotamiento emocional por el enorme peso de sus armaduras, me gustaría compartir en especial el caso de un chico de 20 años que vino a verme por ataques de ansiedad.

Cuando iniciamos la terapia me pidió ayuda para poder afrontar sus atques de ansiedad. Los describía como episodios donde perdía el control, le costaba respirar, tenía taquicardias, sentía que iba a morir y acababa en urgencias por lo alarmante de la situación.

Parte de la terapia consiste fundamentalmente en conocer al paciente y sobre todo en que él se conozca, que poco a poco sea consiente de su funcionamiento psicológico, de sus mecanismos para que luego decida libremente que quiere hacer con ellos, pero eso sí, sabiendo cual es el coste de mantenerlos.

Las sesiones no se centraron en los ataques de ansiedad sino en hablar de él. Se describía a si mismo como un « superman», un hombre con armadura de hierro, al que las cosas no le afectaban. Hablaba de su autosuficiencia, de su capacidad para mantenerse alejado de los sentimientos que le dañaban, de su escasa manifestación afectiva, y sobre todo valoraba su capacidad para ayudar a los demás.

A más fuerte proyectaba su imagen, más me enternecía, más me llegaba su sufrimiento, su dolor, su negación de necesidades, y sobre todo su petición de ayuda entre líneas.

Un día me dijo que ya entendía como funcionaba, habíamos hablado de la coraza y su relación con los atques de ansiedad y reconocía que tenía la suya, pero que no quería desprenderse de ella, que la necesitaba y no terminaba de ver que realmente le hiciera daño.

Como psicóloga respeto las elecciones y tiempos de cada paciente, por lo que acepté que diera por finalizada la terapia, aún a sabiendas que quedaba trabajo por hacer.fluir-emocional

A los tres meses me llamó por teléfono, la ansiedad había vuelto a raíz de un hecho concreto, un accidente de tráfico. Me pedía ayuda porque temía que la ansiedad volviera a instaurarse en su vida, y así fue como volvió a consulta.

Esas sesiones fueron el resultado de todas las sesiones anteriores, mostrando un cambio en él  que hablaba de una madurez nueva, serena, autentica, dolorosa pero enormemente satisfactoria. y me leyó una carta que había escrito para mí. Esa carta estaba llena de reconocimiento, un reconocimiento que le permitía aflojar su coraza, retirar lentamente la armadura para  llenarse de todo lo bueno del exterior.

Recojo aquí algunas de las frases de la carta:

«Me he encontrado a mi mismo, me he dado cuenta que siempre me tomo las cosas «demasiado bien», dando la imagen de que nada me afecta, pero no es verdad, yo también me frustro».

«Creo que tengo que aceptar que a veces estoy triste, que tengo miedos y dejar de intentar cambiarlos o luchar con ellos».

«Soy débil, frágil y sensible«

«Las cosas me afectan mucho porque soy muy empático con lo demás».

«Me gusta llevarme al límite, demostrar que puedo con todo»

«Me anticipo mucho a las cosas por miedo a no saber que hacer».

«El verdadero valor es el de ser cada uno«

Mi querido Superman:

Cuando alguién habla tan íntimamente que es capaz de desnudar su alma, mostrar sus sentimientos, reconocer sus necesidades, aceptar sus limitaciones y decidir ser quién realmente siente que es, empieza una vida diferente, consciente y responsable.

Mi querido Superman, gracias por dejarme acompañarte en tu viaje, por permitirme estar a tu lado durante el camino, por confiar en ti y depositar tu confianza en mí.

Si les ha interesado el post, quieren hacer algún comentario o  aportación no duden en hacerlo, gracias.