Cuando hablamos de Dolor:
En los procesos de duelo, no solo encontramos dolor, que sería la respuesta natural ante la pérdida, también aparece en muchas ocasiones sufrimiento, y aunque parecidas en su manera de vivirse son estados emocionales muy diferentes.
El dolor va de la mano del duelo, es una respuesta natural e inevitable, cuando amamos y perdemos lo amado, lo querido, nos duele.
Este dolor, aunque intenso y profundo, es productivo: nos ayuda a procesar la ausencia de nuestro ser querido, a reconstruirnos, y a darle un nuevo significado a la vida sin esa persona.
El dolor puede manifestarse de muchas formas: tristeza, nostalgia, llanto, y aunque es difícil, es un camino hacia la elaboración de la pérdida. Es un dolor que, con el tiempo, permite cicatrizar las heridas, aunque nunca se borren por completo.
Cuando hablamos de Sufrimiento:
Por otro lado, el sufrimiento es diferente. El sufrimiento es evitable e improductivo; es lo que añadimos al dolor natural del duelo cuando ciertas situaciones o pensamientos nos impiden avanzar.
Por ejemplo:
- Invalidación de las emociones:Cuando alguien te dice que «deberías estar mejor ya», o que «hay que ser fuerte», «solo era un perro», «no había nacido todavía«…estás recibiendo un mensaje que minimiza tu experiencia emocional. Esto no solo no ayuda, sino que genera una sensación de incomprensión y aislamiento, añadiendo sufrimiento.
- Presión por superar el duelo:La sociedad a veces impone tiempos y expectativas irreales sobre el duelo, haciendo que las personas sientan que «deberían» estar recuperadas en un plazo determinado. Esto no solo es falso, sino que genera ansiedad y culpabilidad innecesaria.
- Falta de Apoyo Social: La ausencia de una red de apoyo. Sentir que no se tiene a nadie con quien compartir los recuerdos o el dolor aumenta el sufrimiento.
- El silencio sobre el ser querido:Cuando los demás evitan hablar de la persona que has perdido, puede generar un vacío aún mayor. La falta de espacio para recordar y hablar de quien ya no está, puede hacerte sentir que debes ocultar tu dolor, lo que añade una capa de sufrimiento al duelo.
Como recorremos el camino:
Como profesional que acompaño en procesos de duelo, veo muchas veces que los dolientes empeoran por la presencia de este sufrimiento que se ha añadido a su dolor, sienten incomprensión, lo que les lleva a aislarse.
Y entonces pasa que cuando se aíslan se sienten cuestionados por hacerlo, cuando quizás es el único lugar seguro donde vivir su pérdida, y para poder mostrar nuestro dolor, nuestra vulnerabilidad necesitamos sentirnos seguros.
En el acompañamiento empezamos a entender como estas circunstancias ralentizan nuestra capacidad natural de procesar el dolor, y eso ayuda a desculpabilizarnos, a dejar de cuestionarnos, y eso deja el espacio necesario para que lo que tiene que dolor duela.
En conclusión, mientras que el dolor es un proceso natural y necesario, el sufrimiento se genera a partir de factores externos que complican innecesariamente el duelo.
Acompañar en el duelo significa validar los sentimientos, permitir la expresión libre del dolor, y estar presente sin imponer expectativas.
Recordemos que cada proceso de duelo es único y requiere ser tratado con respeto y empatía.